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de puta, maricón, traidor; el tirano del pueblo. (lo sacan medio arrastrándolo. Voces de alegría, vivas a la revolución, etc.) ¡Cayó el Presidente! ¡Es nuestro! Se siguen oyendo algunas detonaciones, la escena se ilumina de vez en cuando con grandes haces de luz. Una gran detonación cor, ecos... Largo silencio. Suena nuevamente el equipo de sonido con música renacentista mezclada con carcajadas prolongadas en ecos largos. La recámara queda absolutamente sola. Aparecen Beatriz y el Niño. NIÑO.- ¿Lo mataste, mami? ¿Quién se ríe? BEATRIZ.- No, Luchito. Te juro que no lo maté. NIÑO.- Estaba aquí. BEATRIZ.- Sí; yo hubiera querido romperle la cabeza, te lo juro; cortarle las manos y sacarle los ojos. Hacer con él lo mismito que tu hiciste con la estatua. NIÑO.- Pero él es un hombre. Vive. Esto es solamente piedra. BEATRIZ.- También vivimos tú y yo, y nuestro pueblo, pero él hizo de todos nosotros estatuas muertas solamente, muñecos, títeres ... NIÑO.- Mami, ¿me juras que tú no los ha matado? BEATRIZ.- Te lo juro. No lo maté. Ganó tu padre, Leonardo. ¡Amor, paz, perdón! Tú me detuviste, hijo mío. NIÑO.- ¿Mató el Presidente a mucha gente? BEATRIZ.- Sí: Hay muchos modos de matar. El mataba el alma, torturando. Reprimiendo al pueblo, teniéndolo en hambre, manteniéndolo en el analfabetismo. Ayudaba a enriquecerse a los ricos y empobrecía así a los más pequeños. NIÑO.- ¿Lo castigarán ahora por ser malo? BEATRIZ.- No sé. Lo juzgarán. NIÑO.- ¿Y ya no pasaré yo ha111bre y podré ir a la escuela y tener zapatos? BEATRIZ.- Espero que sí. Ojalá. 80

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