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mazo y de cincel. Y... si tú lo quieres... me poseyó de tal manera que... si tú lo quieres, tú, Luchito, naciste de los dos... NIÑO.- ¡Señora! BEATRIZ.- No me llames así, mi amor. Tú naciste de los dos; de su mazo y cincel sobre mi carne-piedra, sobre la locura de mi vida, sobre mi orgullo, sobre mi fatuidad de cada día. NIÑO.- No entiendo nada, doctora. BEATRIZ.- Luchito, ¿quién es tu mamá? NIÑO.- No sé. Nunca la conocí. ¿Nací corno una cometa, solo, al aire? BEATRIZ.- No, mi amor. Naciste de los dos, de su mazo y cincel, y de mi pobre carre yerma endurecida. Luchito, ¿quieres que yo sea tu mamá? NIÑO.- ¿Mi mamá? ¿Sería usted, doctora, el viento de mi cometa? BEATRIZ.- No me llames doctora. Dime Beatriz, dime... mamá. NIÑO.- ¿Mamá? ¿Tengo una mamá? ¿Usted quiere ser mi mamá? BEATRIZ.- Sí, mi amor. Tú, hijo de los dos, de Leonardo y mío, nacido hoy para siempre, de su sangre fresca y de mi carne nueva. Yo seré tu madrs en adelante. ¿Me aceptas? ¿Sí? Tú serás el nuevo forja::lor de hombres. Así, así. .., (Golpea dulcemente el cincel.} como él. Hazlo tú, hijo mío. NIÑO.- (Golpea el niño con mucho entusiasmo.} Corno tú, padre Leonardo, como tú, corno tú. BEATRIZ.- ¿Y yo tu mamá? NIÑO.- Sí, mamacita, sí. (Se abrazan.} BEATRIZ.- Tu padre ha muerto, Luchito, pero deberá seguir viviendo en ti, en tu viento, en tu brisa, en tus huracanes, en el terremoto de tu mazo y tus cinceles. Tú, nuevo forjador de hombres libres; tú, escultor de estatuas vivas; tú, vengador de tu pueblo; tú, semilla nueva de tu padre. Mi amor, hijo mío. No ternas ya. Aquí está tu madre. 68

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