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Desaparece Jorge con los soldados. Beatriz, gol– peando el cincel frenéticamente corre de nuevo al interior de la iglesia. Está enloquecida. ¡Leonardo, mí amor! ¡Leonardo! (Se abraza a su cuerpo inerte.} NIÑO.- (Gritando y llorando por los parlantes.} ¡Han matado al padre Leonardo, han matado al padre Leonardo, han matado al padre Leonardo! Comienzan a sonar tristemente las campanitas de la capilla. El viento sigue azotando la escena. Truenos y relámpagos. La cometa baila locamente. Funde música sacra mortuoria. Van llegando las gentes y entran todos en la iglesia... Sacan el cuetpo del padre Leonardo, vestido con los ornamentos sacerdotales entintados de sangre. Las hermanas dirigen el Rosario. Colocan el cuerpo en el centro de la escena y encienden unas velas en tomo al cuerpo. Ha cesado el viento. HOMBRE.- Brinde ahora brisas, abuelo. Siga voceando vientos y huracanes. ¿Esta es la hora propicia? Iluso. Ahora o nunca. Dígalo. (El abuelo está rezando} MUJER.- Cortaron la piola a la cometa viva y estrangularon al viento. HOMBRE.- Dejémonos de pendejadas. Con rezar no hacemos nada. Vámonos a la lucha. Vamos a vengar la sangre del Hombre bueno y visionario. Vamos a matar, a matar. ABUELO.- No, no. Desde esta sangre crecerán las cometas, y las piolas se estirarán como millones de espigas... HOMBRE.- (Con sarcasmo.} Y habrá pan blanco para todos, y brillarán las estrellas, y cantarán los racimos, y los pájaros y las flores ... No y no. Vámonos a matar al gran marica, a incendiar, a saquear. (Salen el hombre y la mujer, acompaña– dos por algunas otras personas.} ABUELO.- Corneta que no crece de tierra pisoteada es sólo nube o pájaro. Los vientos llevarán ahora hasta la altura_ 65

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