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Jf ABUELO.- Brindo brisas y regalo huracanes. MUJER.- Anémicos nuestros hijos. ABUELO.- Brindo brisas y regalo huracanes. HOMBRE.- Y un ochenta por ciento sin luz y sin agua o más. ABUELO.- Brindo brisas y regalo huracanes. MUJER.- Aplastados los movimientos obreros. ABUELO.- Brindo brisas y regalo huracanes ... Se ha ido acelerando el ritmo de las preguntas y respuestas, y el movimiento en escena. la gente ha ido acompañando a los interlocutores. Casi una danza grotesca. El abuelo se detiene, hace un gesto de sereni– dad. Con voz pausada y grave. "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza... ". (larga pausa.) Y Dios no es un espantapájaros. Ni un tarado. Un contrahecho o un deforme. Taita Dios no es un cojudo. No lo es. El es Dios. Y quiere que sus hijos alcancen sobre la tierra la altura de dioses; dignos, respetados, adorados por los otros hombres y sus institu– ciones. Y no llevados y traídos como estatuas vacías o rotas, sin pies, sin cabeza, sin ojos y sin manos. Esta es la hora propicia de los vientos, esta es la hora de los huracanes. MUJER.- Corno todos los aíios. Siempre igual, ¿y qué? HOMBRE.- Y seguirnos lo mismo: jodidos, hechos mierda. ABUELA.- Más respeto, joven, que están las madrecitas. HERMANA 1.- No, abuela. También yo soy hija del pueblo. Su hablar rne suena a música. HERMANA 2.- Si se desgarra el lenguaje del pueblo es porque su alma está aplastada. ABUELO.- ¡Todos los años lo mismo! Pero yo no sé por qué, pero olfateo (Lo hace.) un aire nuevo. Me sé de memoria todo el viento y éste es diferente. Se comienza a sentir una brisa fuerte, lejana, que va 49

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