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viento es corno un pájaro, y hay que reclamarlo. Hay que mirar al viento, mijo. Engolosinarlo. (Hace sonar su tata de monedas.) NIÑO.- ¡Sube, linda, sube! Vete más alta que la corneta de Pepín. ABUELO.- El viento es amigo de los pobres. NIÑO.- ¿De los pobres? ¿Por qué? ABUELO.- Porque ayuda a empinarse, a ser más grande, a planear desde la altura. NIÑO.- ¿Igualito que los cóndores? ABUELO.- Exacto. El viento -¿sabes?- es corno un árbol. Puedes subirte en él, auparte, acunarte y gustar de sus frutos. Es como una columna o un palo de mangle. Te encaramas en él y eres así más grande que las casas. NIÑO.- ¿Más grande que la casa del Presidente? ABUELO.- Más que la casa, y más que él. Y es que el viento es corno un altar o como la peana de un santo, mijo. En el viento se alcanza todo. Es corno un caballito blanco. Yo lo monto y vuelo. NIÑO.- Pero, abuelo, si usted no pLede con sus huesos: ciego, medio cojo, pesadote... Usted no puede montarse ni en una hormiga, abuelo. ABUELO.- A que te doy un chirlo'. pelao. Aunque... sí, tienes razón. Pero vuelo porque say amigo de la brisa. La brisa es mi enamorada. Ella me empuja siempre hacia la altura. Lo mismito que a tu cometa. NIÑO.- Pero, ¿no es usted ciego, abuelo? ¿Cómo sabe que yo juego a la corneta? ABUELO.- Porque mis ojos mirar· hacia adentro, allá donde el hombre es grande o chico ruin o gigante, miedoso o valiente. Yo veo el viento, mijo. Lo siento en mis pupilas. Esta es la época, pelao. Ahora o nunca. La brisa es mi enamorada, mi amante. Yo la monto y ella me cabalga. Nos amamos. Me sopla por las venas y me encabrito todo al poseerla. 36
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