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ACTO SEGUNDO Segmento de una humilde plaza pueblerina. Casa de caña guadúa, de dos plantas con escalera exterior. Al centro de la plaza, la capíllita sencilla, con puerta practi– cable. Mínima espadaña con un altavoz de corneta. Se abre la escena con gritos de niños jugando a la cometa. Aparecen y desaparecen según el capricho del viento. El abuelo sale de la casa de dos plantas, en el rellano de la escalerilla. Es ciego. Trae a la mano una fati/la con monedas que hará sonar habitualmente en sus parlamentos. NIÑO.- ¡Ya tornó altura mi corneta! ¡Sube, linda, sube! ABUELO.- (Olfateando el ambiente.) Ya llega el viento. Esta es la hora propicia. Ahora o nunca. Caballo o pájaro, pero viene. NIÑO.- Abuelo, que va asustar la brisa con el son de sus monedas. ABUELO.- No, hijo. El viento es corno un niño, y hay que acariciarlo, arrullarlo, sonajearlo. Verás cómo crece así. El 35

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