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BEATRIZ.- Quiero decir que, como ahora se encuentra la pieza en camino, no podernos todavía mostrar el original. EMBAJADOR.- ¡Beautiful! MINISTRO.- ¡Muerte a los enemigos! (Está totalmente ebrio./ Como en Vietnam o Cuba o Nicaragua. Paredón para los enemigos internos del país como Napoleón contra los cartaginenses en las guerras pírricas y Julio César en Lepanto. ¡Y viva Cleopatra y su amiga Litz Taylor. ¡Buena hembra, carajo! El Ministro cae redondo en el sofá completamente borracho. Leves risas de los invitados. Van presentando otros slides a discreción. BEATRIZ.- No tenemos la especificación concreta de las siguientes piezas. Nos han llegado sin literatura corres– pondiente. Vienen las piezas por valija diplomática. Su autenticidad está descartada. Proceden de la Isla de Rodas, garantizadas por la Casa Duvalier de París. PRESIDENTE.- Una vez en mi poder, tendré sumo gusto de mostrárselas y así gozar juntos de su belleza. La cultura salvará al mundo. El arte no muere. Las personas son sustituibles. SEÑORA.- Escuelas y Universidades, Sr. Presidente; centros de capacitación artesanal, carreras cortas y... PRESIDENTE.- Pero gobernar a este pueblo me cuesta más que coleccionar antigüedades. Las estatuas no gritan. Ni piden pan. Y son analfabetas. Mis estatuas, sin brazos o sin pies, o sin torso, sin ojos, lo hermosean todo. Ni comen, ni defecan; ni engendran, por desgracia. Las puedo manejar a mi capricho; traerlas y llevarlas de aquí para allá. O arrinconarlas. Y no exigen. ¡Pero esta piara de hombres arrastrados de mi pueblo! Yo haré de ellos un museo silencioso, pacífico, bello dentro de las más puras esencias de la cultura occidental cristiana. 28