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MINISTRO.- Comunistas de sacristía, y defensores de libera– ción de la teología, o eso. SEÑORA.- No; Teología de la Liberación. Una destilación del narcotráfico. NUNCIO.- Exacto. Comunidades de base, Iglesia popular, análisis marxista, producto de gente desadaptada, problematizada afectivamente, sin equilibrio emocional. Una pantalla para esconder sus frustraciones, sus deslices amorosos, solapados. ¡Y hermanos en el episcopado apoyando semejantes desviaciones! Es inadmisible. El marxismo ateo no puede conjugarse con el cristianismo. El Nuncio se retka aparte con el Ministro de Defensa y dialogan animadamente. PRESIDENTE.- Ruego que no den demasiada importancia a todo esto. Tenemos una máquina represiva muy bien montada. Hablarán a la fuerza y serán comprados con dinero. Judas hubiera defendido al Maestro por más de treinta monedas... Y sigamos la fiesta, amigos. Beatriz, mi amor, mi bella Galatea, serénese también. Agradezco su preocupación. La he notado muy taciturna durante esta velada. Y, por favor, proyéctenos algunos slides de las últimas novedades adquiridas. La concurrencia va tomando asiento frente al bastidor que ha ocultado el Cristo de Caspicara. NUNCIO.- (Sonriendo.) A Cristo, la luz verdadera, se lo oculta para dar paso a la ficción luminosa de un invento humano. PRESIDENTE.- No se preocupe, monsignore. Jamás colocaré a Cristo de espaldas a mi Gobierno. Sueño en ocasiones con la época carolingia: poder e Iglesia unidos, la cruz y la espada entrelazadas. Y dominar el imperio greco romano, cultural y políticamente... NUNCIO.- ¡Sea bendito el Señor Jesús al interior de su gobier- 26
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