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No sería objetivo, ni leal, presentar nuestra experiencia franciscana como la encarnación típica o más auténtica del frandscanismo. (Cosa que, por lo demás, ninguna familia fran– ciscana puede pretender). No obstante, todo franciscano lleva consigo una tensión de fidelidad al espíritu de origen. En esta lógica y sensibilidad de familia, el curso que ahora comenzamos quiere ser -ante todo y sobre todo- una guía práctica para ser coherentes con las intendones de los primeros capuchinos, es decir, para captar e imitar cada vez mejor a nuestro Fundador. Solamente así, como nos ha desea– do Pablo VI, podremos ilustrar al mundo y edificar la Iglesia con «un redivivo, incluso con un siempre vivo Francisco» 57 • 57 Alocución con ocasión de la beatificación del P. Ognacio de Santhía (17 abril 1966), enAnalecta OFMCap. 82 (1966) 136; Cari Cappuccin( p. 18. 30

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