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- 63 - « ochenta por ciento de esas señoras quedarán para siempre « sumidas en el infortunio y la desesperación. «En el mismo momento en que escribo estas lineas (y por « eso ,pongo este ejemplo com·o uno de los muchísimos casos) « se me presenta otra vez una de esas víctimas del cuehillo, « una: bella nifia de 22 afios. Fué operada por el profe1,or X, « hace tres años y se le extrajo el ovario derecho por neu– « ralgia. Digo yo por neuralgia, pues, ese profesor supone « haber encontrado una hinchazón del tamafio de una man– « zana. Claro que esa hinchazón no habría sido motivo « suficiente para que él operara a su señora o a su 4ija.... « Un año duró el efecto sugestivo y después pasó el dolor « al otro lado, ofreciéndose en seguida otro doctor para sa– « carle el ovario que le queda, aunque no tiene ningún defec– « to. Así se convierte a una niña llena de vida y esperanzas « en un ser infecundo, mutilado y llagado. Si en esto consis– « ' te toda Ja ciencia ginecológica, yo la aborrezco y la mal- « digo._ _ « Y ¡cuán sencillo es todo esto! En el caso de 'que voy ha– « blando, la enferma sufría, desde muchos afíos, una terrible « estiptiquez, con perturbaciones en la circulación' de la « sangre, frialdad en manos y pies y congestión en el bajo « vientre. De ahí la constante nervosidad, que se aumenta « en días de menstruación, y la irregularidad en la alimen.– « tación de los órganos de la, pe!vis, manifestada por ligera « inclinación de la_ matriz 1:¡.acia atrás. También esta enfer– « ma ha llevado inútilmente el anillo; y la primera vez que « la ví, dije a mi ayudante que en pocas semanas la dejaría– « mos completamente sana; y así fué. A los quince ,días ha– " bia.n desaparecido ya todos sus males. Después, se casó « y fué madre feliz y dichosa. (*) « Y vosotros, sabios doctores, haríais en vuestra propia « carne y sangre lo que hacéis en los demás? ¿No haríais (*) Podría citar muchos casos parecidos, si no me arredrara el te– mor do ser indiscreto.

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