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- 59 - « otto recurso o fuera imposible evitarlas. En toda operación , sangrienta, queda siempre un defecto que impide el resta· -« blecimiento completo de la enferma. «Convencido el operador de que con sus· \)peraciones no « causa daño alguno corporal, corta y· saja sin compasión, « porque así lo aprendió, porque esa es la moda y de esa •« manera adquiere reputacién. Por estos y otros motivos me• -« nos laudables, van siendo las operaciones único y exclusi - -« vo objeto de la ginecología con grave perjuicio del público. -« Es preciso evitar esto; y podemos aseguraT que pronto se « efectuará el cambio, y tan.to más pronto, cuando más loca y « desatinadamente se opere (*). «El público va conociendo cada vez mayor número de « medicos sabios y estudiosos que se empeñan en tratar a sus -« enfermos en forma verdaderamente científica, evitando la « operación, para la cual basta seguir la rutina y tener atre– o: vimiento y descaro. Esos médicos, sin derramar gota de « sangre, con procedimientos razonables y con tratamiento « a la vez local y general, obtienen éxitos que no se pueden « conseguir con la operación. «A lo sumo, habría necesidad de operar cuando un tumor « del ovario o una «pyosalpinx» (saco de pus), pusieran en · « peligro la vida; pero aún en tales casos, el tratamiento in– ·« cruento podría dar los mismos favorables resultados. «Es cierto qu~ la extracción de pólipos, la operación de •« las diversas variedades de fístulas y otros temas parecí– « dos ofrecen grnta y abundante materia de discusión; pero " seria bueno y conveniente que todo eso sirviera sólo para " discusión sin que se fuera más adelante. «La necia raspadura con que se separan las mucosas hin– ·« chadas de la matriz, no hace desaparecer la aglomeración « de la sangre venosa ni la continua frialdad de los pies; pe– « ro muy bien se consigue eso con el masaje y animando la (*) ¿Qué diria hoy el Dr. Lahamann. de las frecuentísimas opera– ,ciones de apendicitis?
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