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- 57 - les, porque están libr.es de sentir en su cuerpo el cuchillo del operador. Pero quien más se expone a este peligro esla mujer, y sobre todo la mujer rica y bien acomodada, no pre– cisamente por la facilidad de costear las operaciones, sino por su vida muelle y nada conforme a razón. No hay duda que el poco movimiento, el exceso en las comidas, en las be• bidas y en el sl\eño, las modas y costumbres detestables en lo referente a los zapatos, medias y corsé, la vida de salón y de teatro y otras reuniones poco ·higiénicas, son casi siem– pre la única causa. No resisto al deseo de insertar aquí un articulo de la uti– lísima obra intitulada: «Natürliche Heilweise» del Dr. La– hamann, y que por ser de sumo interés para las señoras, traduzco al pie de la letra afiadiendo algunas notas por mi cuenta. Dice así este sabio doctor: « Hoy día 'es casi un delito po– « nerse a escribir sobre enfermedades de mujeres no siendo « especialista» el que escribe. Pero cuando uno tiene bastan– « te práctica en estos asuntos y tantos éxitos. que muchos « especialistas• no han podido obtener, sin'duda ninguna se– « rá tratado el delincuente con benignidad e indulgencia. «En verdad, el título de «ginecólogo» equivale al de «ope· « rador», puesto que todas sus funciones y actividades se « reducen a operaciones; y éstas, sangrientas desde la pri'– " mera hasta la última, exceptuando solamente la colocación « del anillo de la matriz. «El masaje ginecológico, que es la acción principal de los « facultativos que quieren evitar la operación, apenas se em– « plea; y su estlldio se descuida mucho, porque todas las « energías se dedican al perfeccionamiento de la técnica de " las operaciones. «El ginecólogo del porvenir no empleará para sus opera– « ciones otro instrumento que las manos, fuera de los casos « eh quf sea necesario cortar abscesos o tumores que pon– « gan la vida en peligro. Y para que esto se realice, ayudará » no poco el perfeccionamiento de los procedimientos no san-

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