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r - 52 - Apuntemos aquí lo que dice M. Platen citando al Dr. E. Schweninger, célebre médico de Bismarck; «Pocos médicos creen en la eficacia de sus coloradas, ver– « des y blancas medicinas. El médico sale de la Universi– « dad sin saber la curación de las enfermedades. Si es hom– « bre inteligente, con las ideas adquiridas forma su arte « propio y peculiar; pero esto es más bien una excepción. « Ordinariamente el médico se con.tenta con su título. . . y « ya que la costumbre ha introducido el uso de las recetas, « no hay para qué negar una cosa tan sencilla. Además, << cualquier autor de medicina trae todas las recetas habidas « y por haber; y si el médico tiene buena memoria, no nece~ « sita ni consultar al autor. «Hay también otra razón para seguir escribiendo recetas « sin creer mucho ni, poco en su eficacia; y es que, por me– « dio de ellas, se puede sugestionar al enfermo; el cual, al « saber que existe remedio para su enfermedad, ¡¡aca de sí « mismo fuerzas para vencerla. «Aun hay médicos que engañan de otra manera. Escriben « una receta cualquiera y dejan al farmacéutico en libertad « para dar al enfermo lo que mejor le parezca. La contrase– « ñ.a es bien conocida: U. A. F., Ut aliquid fiat, «Para hacer algo». Pero hay «remedios» que son ciertamente venenoso,s y re– conocidos como tales por los mismos facultativos, a saber: La ATROPINA, veneno muy peligroso que se extiae de la belladona; ocho o diez centígramos bastan para matar a un hombre en pocas horas. La QUININA, substancia sacada de la corteza del quino y que muchas veces produce sordera, trastornos en la vista y hasta puede causar la muerte. · El ZUMO DE LAS ADORMIDERAS VERDES~ se usa como nar– cótico y calmante, pero en dosis muy pequefias, por ser un veneno muy activo. La MORFINA, que se extrae del opio y se emplea en inyec– ciones cutáneas para calmar el dolor. Es también veneno muy violento.

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