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- 13 - había ido empeorándose día por día. S_ometido al tratamien– to del agua, :recobró muy pronto la salud; pero, a los dos me-. ses, me lo trajeron otra vez, atormentado por fiebre· inten · sa. Volvimos auevamente al tratamiento y la fiebre desapa– reció; pero, al mismo tiempc, se le formó una gran hincha– zón en el oído, que fué madu'!'ando poco a poco; y al abrirse, salieron tres. huesos quebrados y quemados con ácido féni– co y además, otros treinta o más pedacitos de hueso. 1 Algunos años después, en~ontré al niño convertido en mu- chacho sano, robusto e inteligente; pero. quedó sordo y mudo para toda su vida por la desgraciada operación que se le había hecho. 2. 0 En otra ocasión, me trajeron un mno de_ unos nueve. años, con parálisis a las <;los piernas, desde su nacimiento. Tenía cuerpo robusto, pero Las piernas completamente mUer– tas e increíblemente delgadas. Solamente podía arrastrarse por el suelo de modo que el movimiento de sus piernas era bastante semejante al de la cola de algunos saurios. «¡Ah, me decía su madre, qué felices seríamos si se consiguiera que el niño pudiera andar siquiera con muletas!». No se ne. cesitó mucho tiempo para que los deseos de aquella madre se vieran cumplidos; y ne tengo la menor duda de que el niño se habría puesto del todo bien, si sus padres hubieran sido algo más constantes y no hubieran interrumpido el tra– tamiento cuando se estaban consiguiendo los más espléndi– dos resultados. A la vuelta de rnuchos afíos, tuve ocasión de ver al nifio– camarón., Era ya hombre y sastre hábil y laborioso, pero aun se quejaba de la imprmJencia de sus padres que habían impedido la completa curación. 3. 0 Otro niño de dos años, enfermo de parálisis con des– viación de la columna vertebral y carencia absoluta de to<:lo

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