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-- 11 - Durante los últimos años del siglo pasado, v1via yo en Munich, muy cerca del cálE¡bre cura Kneipp; pero, sin cono– cer al cura ni su sistema. Por mis estudios y prácticas, me creía bastante instruido en ciencia médica para mirar con indiferencia el sistema hidrciterápico. Por ese tiempo, yo mismo fuí víctima de dos terribles enfermedades: la tisis, de la que me libré cinco años antes, segw.n se v.erá al tratar de •esa enfermedad 1 y un reumatismo articular crónico que, todos los inviernos, por espacio de catorce años, me molestó <ion muy intenso dolor. El año 1sim, me atacó esa enferme– dad en pleno verano y de un modo alarmante. Se .llamó a los facultativos de Munich que, con salicilato y otros medi– camentos, no consiguieron mitigar mis terribles dolores; en vista de lo cual, mi supedor me invitó a que fuera a Woris• hoffen a consultar al cura Kneipp, o a Kaiserbad de Rosen– heim al doctor Bernhuber. Aun juzgando con benevolencia al cura Kneipp, me figu · raba que podría tener más o menos conocimiento práctico, pero el. doctor Bernhuber era hombre de grandes conoci– mientos y e,xperiencia médica, y además, había acompañado al cura Kneipp durante más de diez años. Opté por el doc., tor Bernhuber. Fuíme, pues, a Rosenheim, donde el tal doc– tor dirigía un sanatorio «a lo Kneipp», 13egún se leía en gran– des letras de oro en el frontispicio del establecimiento. Pero• no todos los médicos que se dicen Kneippistas lo son en rea– lidad. Después de tres meses de tratamiento, ya no me que. daba otra esp~ranza que la muerte y yo mismo rogué que me administraran los santos sacramen.tos. Estaba hecho un esqueleto y me veía contip.uamente ator– mentado por dolores vehementísimos. Una noche. me sentí tan mal que creí morirme. En. aque– llos horribles momentos hice a Dios un voto que he cumplí. do con fidelidad, y formé la resolución de no tomar me, dicinas ni consultar jamás a médico al~uno si éscapaba con vida. Dios, empero, en su infinita ,bondad había decretado devolverme la salud perdida. Y su intrumento había de ser el célebre curar¡ Mons. Se.

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