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mado ácaro de la sarna o arador, que se desarrolla sobre todo por la suciedad entre personas descuidadas y desasea– das. Es enfermedad cutánea, caracterizada por vejiguillas que causan vivo escozor. En cierta ocasión fui llamado para auxiliar a una mori– bunda de trece años, tan flaca y debilitada como una tísica en los últimos instantes de su vida, pero en la que no se notaba el menor acceso de tos; lo cual quería decir que los· pulm0nes estaban buenos y sanos. Ex:::.minando a la enferma, pude notar en la superficie de la piel algunas manchitas de sarna ya pasada; y preguntan. do a'los padres,. pude cerciorarme de que efectivamente, hacía más de un año la niña .sufría esa enfermedad y para combatirla se había empleado infinidad de medicamentos, principalmente un compuesto de azufre, ma11teca y aguar...,. diente. A esta enferma, qu€; por efecto del tratamiento desacer– tado parecía moribunda, aconsejé una frotación con agua fría. Tres horas después, volví a ver a la niña, que por efec: to de la frotación había quedado dormida, y ya se notaban claramente en todo el cuel'pa los vestigios de la sarna. Con otras tres frotaciones, se exteriorizó por completo la en.fer– dad y para la noche .había desaparecido todo peligro. He ahí un caso en el que la ignorancia en las aplicaciones y tratamientos de una enfermedad nada peligrosa, estuvo a punto de causar muerte tan prematura. Con los diversos medicamentos aplicados exteriormente, el parásito fué pe– netrando más y habría podido atacar algún órgano interno ocasionando luego la muerte. . El gran error de cierta medicina está en querer sanar por medio de drogas y aplicaciones parciales, enfermedades que atacan a toJoiel cuerpo. ¡Cuándo se acabará de convencer la humanidad de que es nue8tro mi8mo organismo el que se es– fuerza eri arrojar fuera de sí los gérmenes de enfermedad, que él es el único que nos puede devolver la salud, y que la medicina no es más que un débil auxiliar para la realización de este objeto? Los médicos no pueden sobreponerse a la 9