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- 12i - repente y sale afuera, y se queda durante unos 15 minutos en una temperatura que se diferencia de la auterior, tal vez, unos quince o veinte grados. Esos 15 minutos bastan para que se produzca la pulmonía y quizás la n:rnette. ~ün obreto, llega a su casa, fatigado y sediento; busca inmediatamente bebida fría y refrescante y contrae la enfet– medad. ~Una criatura que está en su cama transpirando a causa del excesivo abrigo con que su madre imprudente la tiene cubierta, es imcada al salón para ser mostrada al primer vi– sitante que llega, sin preocuparse gran cosa del cambio re– pentino de temperat~ra. Los 15 minutos en el salón frío, bastan para contraer la pulmonía; siendo así que la madre, con :rn poco de cuidado, podía haberla evitado fácilmente. No pocas veces, el tratamiento desacertado de enfermeda– des graves es también causa directa de la pulmonía. Por eso, los médicos señalan como origen y motivo del progreso neu– mónico, los casos de tifus, de tuberculosis, gota, diabetes y, pudiéramos decir, de toda enfermedad gtave en general. Pero en cambio, puedo afirmar, con toda seguridad, que enfermos de esta clase tratados según el sistema hidroterápico, jamás contraen pulmonía fulminante como consecuencia de la enfermedad sufrida; porque dicho sistema procura al enfermo, en toda circunstancia, aire fresco y saludable. Es por el contrario muy tdste la suerte de muchos enfermos tratados por médicos poco experimentados que no dan la menor importanci;:t a un tan necesario elemento. Porque, efectivamente, muchas veces el enfermo de gravedad tiene pulso agitado y el pulmón gasta sus fuerzas por el calor de la fiebre y por la resistencia que hace a la enfermedad mis– ma; y, como trabaja con mucha más celeridad, necesita aire puro para conservar sus fuerzas; y, con frecuencia, lo que el enfermo respira en su habitaci6n, es solamente aire corrom– pido y pestífero. La consecuencia natural y lógica de este imprudente tra– tamiento, es la inflamación de las vesículas pnlmonares; y