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- 112 - Mucho más enérgico ha de ser el tratamiento para una persona que sufra ataque agudo de angina. El enfermo se halla en peligro de ahogarse y necesita so– corro inmediato. Por de pronto, hay que proc~trar que el pus no entre en la laringe; y con este objeto, si el enfermo guar– da cama, se le hace sentar con la cabeza bien inclinada, o sea, boca abajo; y se frotan en seguida, con agua fría, lagar– ganta y la parte superior del pecho y de la espalda. · Para facilitar la expectoración, hará inhalaciones con ·vapor de limpia-plata; después, las gárgaras con los ingre– dientes indicados en el párrafo anterior, teniendo ese té en la boca por lo menos durante 'media hora. Si el enfermo se siente algo aliviado, hará frotaciones enteras, de cuatro a seis por día. Durante la noche, se le vigilará y se repetirán las frota– ciones cada vez que se note agitación; pero para todas estas aplicaciones, téngase en cuenta que es necesario el calor de los pies. Exteriormente, alrededor de todo el cuello, se puede poner durante la noche cualquiera de las siguientes cataplasmas: de tierra, de fiores de heno, (caliente), de linaza, de fenogreco o de leche cuajada. Si la cataplasma es caliente, hay que po– ner encima otra envoltura para conservar el calor. HEMORROIDES. (ALMORRANAS) El que vive prudentemente., no conoce este sufrimiento; sin embargo, con esto, no quiero decir que sea siempre efecto de faltas personales del mismo enfermo, pues hoy día se ven atacadas de este mal muchas personas jóvenes que por cierto no tienen culpa alguna; pero quizá la tuvieron sus padres o abuelos, quienes les trasmitieron la mala sangre que produce esas inflamaciones en las venas hemorroidales del recto. No es difícil la curación de esta enfermedad. Se toman frecuentes baños de todo el cuerpo, como frotaciones, · empa. quetaduras, etc. etc, (según la resistencia del enfermo) que

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