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-- 101 - a la cama. Cada vez que se repitan los ataques de ahogo, se repite también este riego. Como única bebida, se dará al enfermo el té de limpia-plata, hinojo, salvia y un poco de drnica, frecuentemente pero en pequeñas cantidades como la de una cucharilla. Así es como se cura esta enfermedad en pocos días y sin peligro alguno. ENVENENAMIENTO DE LA SANGRE Uno de los peligros más graves para el homb1•e es el en– venenamiento de la sangre, que puede ser causad¡o poi· in– troducción de materias nocivas o por descomposición y pu- trefacción de la misma sangre. · Se envenena, pues, la sangre' por mordeduras de serpien– tes,. de perros rabiosos, insectos y demás animales venenosos, como también por el contacto de ciertas materias nocivas o putrefactas, como son los cadáveres, clavos o i.nstrumentos mohosos, etc. etc. Por otra parte, tenemos los envenenamientos internos pro– ducidos por venenos que se han tomado o por efectos produ· cidos por la vejez· y otras enfermedades en los glóbulos de la sangre. Diremos algo acerca de los envenenamientos producidos por algún accidente casual o por d(;lscuido y mal tratamien · to de las heridas. Un buen día, se me presentó un jardinero diciélldome que una abeja le había picado en uno de los dedos de la mano izquierda; y, aunque sólo habían transcurrido unos diez mi– nutos desde el accidente, traía la cara hinchada de tal ma– nera, que bien se podía suponer que había recibido en ella la picadura. Cinco minutos después de su llegada, cayó desplomado di– dendo: «me siento mal». Entonces, hice hervir en una vasi– ja fior¿s de heno (semilla de pasto-miel) y en ese cocimiento, a 40 o 60 grados, le sumergí la mano hasta la mitad del ante· brazo. El .baño duró dos horas completas, conservando siem– pre la misma temperatura por medio de contínuas infusiones
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