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- 86 - eliminado, con mucha orina, tanta cantidad de cálculos µe– queños y desmenuzados, que no se habría podido imaginar nunca tal enormidad en nuestro organismo. Este no es más que uno de los muchísimos casos que po dría referir. No siempre cuesta tanto tiempo y trabajo la curación de este mal; muchas veces me han bastado algunas semanas o días para obtener el resultado apetecido. Y lo que puedo asegurar es que en ninguno de los casos que se me han presentado, ha sido necesaria la operación. CÁLCULOS DE LA VEJIGA. Los grandes dolores causados por los cálculos al pasar de los riñones a la vejiga, se repiten muchas veces mientras permanecen en esa parte del cuerpo hasta ser expulsados; y el tratamiento necesario para conseguirlo es el mismo que he– mos aconsejado en el párrafo anterior, o sea, el de las com– presas y cataplasmas que se aplican a la región vesical en el bajo vientre. Al té indicado se puede añadir una sexta par· te de limón, que se hace hervir junto con el té. ROMPIMIENTO DE LA VEJIGA. Por influjo exterior, como sería una caída o golpe, o por no librarse a tiempo de la orina, se puede producir un rompí• miento de la vejiga, que causa dolores vehementísimos, in– flamaciones del vientre, desmayos y pérdida del conoci– miento. En ese caso, muchas veces fatal, se hacen cataplas– mas y compresas de limpia-plata, pero bien calientes y con– tinuas; interrumpidas sólo cada dos horas por una fricción rápida de agua fría en el vientre y los riñones. UÁLCULOS DEL HÍGADO. El tratamiento puede ser el mismo que para los cálculos renales; pero además es necesario beber agua fría repetidas

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