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-- 69 - nunca hemos salido de Italia, y no conocemos a esas gentes entre las cm11les debemos ir; sólo saibemos que se muestran sañudas ,con 1los ,cristiianos." San Francisco, muy conmovido, dijo con vehemencia: "Entregaos a Dios, hijos míos, El que os ernvía, os dará fuerzas y os ayuda,rá según sea su voluntad." Entonces los seis se postraron de rodillas, le besaron las manos con llanto, y le pidieron su be:ndición. San Franicisco, también llo– rando, alzó la vista al ciefo, ,los bendijo y les dijo: "Desdenda sob1~e vosotros fa bendidón ,del Padre, como bajó sobre el apóstol. El os fort,alezca, os guíie y os consuele en vuestras tribulaciones, y nada temáis, pues e,1 Señor va con vosotros y combatirá a vuesitro lado." ( 1). 58. El alma de San Francisco se abrasa por la salva-, ción de las almas. Es cosa ,que enternece - dice San Buenaventura hablando de'l estado en que se hallaba San Francisco después de la imp,resión de las llagas - . He a1quí las pafabras del Santo doctor: "Estando Frainoisco cruci– fiicado con Jesucristo en cuanto al espíritu, -no sólo ardía con amor de serafín hacia Dios, sino que era también partidpante de la sed de fa sailvadón de las almas que tuvo el Hijo de Dios estando en la cruz. Ya no podía andar 'Püir la1s villas y ciuda 1 des, rcomo acostumbraba, por causa de los olavos ·que tenía en fos pies, se hada con•– dudr a ellas, aunque se hallaba lánguido y medio muer– to, para animar a todos a llevar la cruz de Jesucristo. "Comencemos - decía - , comencemois a servir al Se– ñor Dios, porque hasta ahora hemos progresado poco." La única pena que le, causaban sus enfermedades, era no poder dedkarse a poner en ejerdcio lo1s vastos pro-• yectos que meditaba en pro de la salvación de las al- (1) Analect.a Franciscana, III, págs. 581-582.-Segúir un manuscrito del siglo XIV, este relato en su esencia es verídico, pero en su forma parece arreglado. Es dudoso que Flr. Berardo poseyese el árabe. Los autores no andan acordes. Fr. Vida! qued6 en España enfermo.