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PRÓLOGO Publícase esta obra con gran oportunidad, cuando acaban ele celebrarse, las grandiosas festividades conmemorativas del Séptimo Centenario del glorioso tránsito de San Fra.ncisco de Asís; si bien, hablando. en verdad, siempre tendrá el sello de actualidad cuanto se refi.era a su personalidad y a su obra. Si, en orden a la eter~idad, decimos Cristo ayer, hoy y siempre, en orden al tiempo podemos también repetir: San Francisco ayer, hoy y mientras el mundo exista. Ocupa S:an Francisco. un lugar preemine11te en la historia de la humanidad, y, por divino designio, aparece en tiempos en extremo difíciles. Su Santidad el Papa Pío XI, en su Encíclica Rite e%pia– tis de '30 de abril de 1926, publicada con motivo de este último Cen– tenario, describe con admirable exactitud y precisión el estadp de la sodedad en los comienzos del siglo XIII. La fe estaba pmfun~ <lamente arraigada en el pueblo; pero, entre ella, surgieron herejías de las que se cleribaban perniciosas consecuencias para la. Iglesia y el orden social. Entre tantos errores, e1 espíritu cristiano se ~x– traviaba, y, además de las luchas entre la Iglesia y el lirtperio, acerbísimas eran las guerras intestinas entre l.as ciudades italia– nas ·y entre los partidos de una misma ciudad, espantosos los es– tragos y destrucciones, inhumanas las desigualdades sociales y des– acostumbrados los extravíos del lujo y de los placeres, el despre– cio del poder y la venalidad de los cargos públicos y de' la justi– cia. La lglesía levant6 su voz para poner remedio a tamaños ma– Jes, pero los mismos emperadores despreciaban sus severas y jus– tas condenaciones, las Ordenes monásticas eran un tanto víctimas del contagio del mund.o, y aunque se introduj~ron algunas refor– mas por excelentes religiosos, no eran suficientes para atajar el mal.

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