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-88- de todos, cuando estaban cantando el oficio, vieron lle– gar a trein.ta frailes menores, los cuaks, uniéndose a los cantores, •reforzairon el coro y solemnizaron los fu– ner,ates. Terminado el o-fido, en seguida desaparecieron, sin saber por dónde habían venido ni adónde se diri– gieron, por lo cual se juzgó miilagro (1 ). 81. · Cómo quiere el Santo que sean corregidas las ofensas. La caridad de San Francisco, no reconocía límites. Para él los hombres, aunque pecadores, todos eran acreedores a su gran carirdad. Así, pues, no dejaba pa– sar ocaisión que no aprovechara para inculcar la cari– dad o dar r.eglas para practicarla. Entre los muchos do– cumentos que, a manera de perfumadas florecillas, en– contramos diseminados en su prodigiosa vida, copiamos el siguiente: "Guárdense-decía el Santo-todos. los religiosos, así ministros y siervos como los otros, que se turben ni enojen por el ,pecado o mal ejemplo de otro, que eso quiere el demonio, con el pecado de uno mata.r a muohos; mas espirituállmente, como pudieren, ayu– den al que pecó, porque no ha menester médico el sano, sino el enfermo. (Mateo, IX, 12.) Y todos los reiHgio– sos no tengan poder y señorío, como señores entre sí; porque como dice el Señor en el. Evangelio: Lo,s prín– cipes de las gentes tienen en ellas señorío,. y sus prin– ci,pales tienen en ellas poder y mando (Mateo, XX, 25). No sea así entre los religiosos; mas .el que quisiese ser mayor entre ellos, sea su ministro y siervo, y el mayor sea como menor. Ningi:ín reJ.igioso haga o diga maJ de otro, mas con caridad de espíritu, de buena voiluntad, sirvan y obedezcan un·os a otros, que esta es Ja santa y verdadera obediencia de Nuestro Señor Jesucristo. Y todos los religiosos, de cua,lquiera manera que, se apar– taren de los preceptos del Señor, y anduvieren fuera de la obediencia, como dice el profeta: sepan que son mal- (1) Chalipe: Vida de San Francisco de Asis, lib. II, cap, XXVI.

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