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-84- en,emigo, en pecado mortal, le mando por obediencia que recurra a su guardián, y los frailes que conociesen su pecado, no le desprecien ni le injurien, sino tengan misericordia de él y encubran e,l pecado de su hermano; porque no son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. (Mateo, IX, 12.) Y el guar– dián está obligado igua,lmente a enviarlo aI Custodio; mas éste use de misericordia con él, como él mismo quisiera que la usasen consigo en casos semejan,tes... Y a éstos no les será permitido imponerles otra peniten– cia que ésta: "Vete en paz, no peques más." (Juan, 8-11.) ( 1). 77. Prohibe el Santo las maceraciones indiscretas. Celebrábase en Asís el Capítuilo de Ias Esteras, don– de Frarncis,co había logr'aido ver r,eunidos a casi todos sus hijos, los cuales, a pesar d~ ser su Orden muy mo– derna y muy austera, habíanse multiplicado sobre ma– nera. Enteróse el Santo de que muchos religiosos prac– tkaban peni:Lmcias extraordinarias, tan duras y tan se– veras, que estropeaban sus cuerpos y se inutilizaban para el ministerio de la predicación. Lleno, pues, de pie– dad y de admiración, prohibió a todos los religiosos, públicaimente y por santa obediencia, practicar semejan– tes molitifkaciones, y dispuso que cuantos tuviesen ins– trumentos de penitencia les presentasen en seguida. El mandato se puso luego en ejecución, viéndose pronto r.eunidos más de quinientos instrumentos de penitencia, entlie cilidos, cadenas, maHas y aws de hierro, los cua– les formaron un gran montón. El San,to mostró a,quellos instrumentos al cardenal Hugolino, protector de la Or- (1) Esta Carta en Wadding tiene el número 8, y en los Opúsculos de los PP de Quaracchi figura con el número 3, y en ambas obras Vél dirigida a cierto Ministro General. En algunas versiones italianas está dedicada a Fr. Elías, como se puede ver en Sabatier, Bartoli y Ro– dulfo. Chalipe .la presenta dedicada a F. Pedro Catanco, y el padre Eduardo de Alen\¡on, Capuchino, habiéndola encantado en el Vaticano en .el c6dice 7650, la public6 integra con un apéndice de Fr. Pedro Cataneo. Hoy la opini6n más general, afirma que esta Carta. fué remi– tida por San Francisco a Fr. Pedro Cataneo.