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-So- geles cuando se le presentó una pobre anciana, maidre de dos re1ligiosos, su:plkando una limosna. Entonces el Santo, preguntó a fray Pedro Catáneo si había alguna cosa con que pudiese ser socorrida aquella pobre mu– jer. Nada hay en casa que se les pueda dar; únicamente tenemos un ejemplar del Nuevo Testamento, con el cual, a falta de Breviario, leemos en J.os maitines las leccio– nes. "Da a nuestra madre-así llamaba a las madres de los reHgiosos-el ejemplar del Nuevo Testamento, para que lo veniáa y pueda atender a sus necesidades, pues el Santo Evangelio nos a,conseja dar limosna al pobre. Creo firmemente que será más provechoso para nosotros dar la limosna que el leer." Merced, pues, a la gran caridad del Santo, el primer ejemplar que hubo en 1a Orden del Nuevo Testamento, se destinó para obra tan san,ta de miserico:rdia. De este modo manifestaba el Santo sus caritativos sentimien,tos con relación a los padres religiosos ( 1). 73. Dispone el Santo sea socorrida una pobre an– dana. Hallábase eil Santo hospedado en el palacio del obis– po de Rieti, para atender a su enfermedad de la. vista. El médko que le curaba, en una de las visitas, le refirió la gravísima 1:ecesidad en que se hallaba una andana que pedía limosna. Interesó de tal manera el relato a.l Santo que, llamando al guardián, le dijo: "Es preciso que devolvamos lo que no es nuestro." Contes,tó el guar– dián: "Devuélvase, padre, si hay algo entre nosotros." Repuso el siervo de Dios: "Este manto que lo hemos recibido prestado y que yo usaba hasta tanto hubi,ese otro que tuviese más derecho a él que yo, devuélvase a aquella mujer con algunos panes, y dígasele, que no se le da sino lo que es suyo. Hago cuenta de que lo que nos dan, nos debe servir solamente hasta que se pre– sente otro que lo necesite más que nosotros." Para no (1) Celano: Vida Segunda, cap. VI, núm. 91.

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