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CAPITULO VIII San .Francisco y su celo por la salvación de las almas 48. Ensaya a sus disdpulos en la predicación. Deseando el Santo conocer la aptitud y talento de cada uno de sus discípulos para dedica11los al negocio de la sailvación de las almas, mandó a fray Bernardo ele Quintava,l que hablase sobre los misterios de la. reli– gión, el ,cual obedeció y dijo ,cosas preciosas; a fray Pedro Catáneo le mandó exponer fas divinas grandezas, y .lo hizo como si fuese un elocuente predicador; a otro le mandó predicar de la fuga del pecado y del anmr a la virtud, y lo .hizo a las mil maravillas. Así, unos tras otros, a todos los fué examinando. Cuando esto hubo hecho, dijo a sus discípulos: "Id, amados compañeros, id a anunciar eil evangelio de la paz y ele la penitenda. Sed pacientes en las tribulaciones, responded con hu– mildad a los que os interroguen, bendecid a .los que os persigan, mostrad gratitud a los que os traten injusta– mente y os calumnien, pues, por todo ello, será mayor vuestra recompensa en el cielo. Y no os avergoncéis de ser hombres sin letras, porque· no seréis vosotros los que habléis, sino el· ErspírHu ele vuestro Padre Celestial. Además, siempre hallaréis algunos hombres creyentes, buenos y pacfücos, que, con alegiría, os reciban a vos-– otrois y oigan vuestras predi1caoiones; pero otros, por el contrario, y en más crecido número, nada amigos de Dios, os harán frente y os infamarán. Estad dispuestos por ello, para s1ufr,i:r;Jo todo humi:Idemente." Después de didgi,rles estas pafabras de aUento, como madre cari– ñosa, los fué abrazando uno tras otro, dirigiéndoles es– tas pai!abras de ila Sagrada Escritura: "Pon en Dios 1

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