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-57- 47. Recomienda el Santo el r,espeto y la sumisión a los preilados. · Fueron al Santo muchos rerligiosos lamen:tándose de que .los obispos no los admitían en sus diócesis ni les dejaban pr,edicar, por lo .cua1! rogáronle que obtuviese un priivHegio de Su Santidad, en virtud del ,cual pudie– sen prediicar donde les pareciese oportuno, aun sin per– miso de los obispos. No pudo el Santo oír sin enojo la proposidón y exi– genda de sus hijos, por lo cua,I reprendióles de este modo: "¡Oh, hermanos! ¿Aun tenéis· tan poco entendi– miento que no conocéis la voluntad de Dios? B. Señor qui,ere que, ante todo, nos ganemos a fos superiores ,con el respeto y la humildad, y después con las palabras y el buen ejemplo. Cuando los obispos v,i,eren que vosotros vivís santamente y que no pretendéis vence11Ies contra su au1toridaid, os rogarán que les ayudéis a trabajar en la salvación de las a1mas de que hallan encargados, y ellios nüsmos juntarán sus rebaños para que os oigan y para que imiten vuestros ejemplos. Vuestro principal privilegio debe consistir en no tener privilegio alguno que nos pueda servir para llenarnos de soberbia, cau– sarnos una ,confia'l1za, perjudicial a fos demá:s, y hacer nacer p,leitos y disputas. No queramos pedir a la Santa Sede Apostólica sino aquello que ,pueda ayudarnos para servir a Dios, difatar ,la fe y conquistar almas con bene– pládtto de los prefados, sin ,causar ninguna turbulenda al pueblo." Con estos santos y ,prudentes consejos apartaba e,I San,to a sus hijos de todo lo que pudiese engendrar es– píritu de bandería. Como. en aquel. tiempo eran tantas las sectas, que, con aparente exterior de aus1teridad, se presentaban por fodas partes, y, sin embargo, predi– caban la herejía, no es de e:xitraña,r que a los penitentes de Asís se Jes recibiera con recelo y no se les quisiese recibir en 1as diócesi,s ni se 1les dejase prndkar. El gran maestro de los novelies predicadores, conociendo que el

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