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__, 56 - El espíritu de San Francisco estaba tan penetrado de la ex,celisa dignidad del sacer.dote, ,que aprovechaba todos los medios ,para inculcar en los religiosos y aun en fos seglares, el respeto y la veneración hacia ellos. En una de sus cadas, decía: "Debemos .Jos católicos visitar con frecuencia las iglesias, respetar y re>veren– ciar a los ec,!,esiástkos por su ofido y por la adminis– tración del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, que ofrecen en sacrifi.cio, y reciben y administran a 1os de– más. Y firmemente creemos que nadie puede salvarse sin las palabras santas y sin 1a Sangre de Nuestro Se– ñor Jesucristo, todo 1lo cua,l e 1 stá a cargo de ellos, y de esto nos hablan y nos dan noticia, y nos lo sirven, por– que sólo ellos pueden ejercer estos ministerios." (1). 46. Quiere el Santo que los siervos de Dios honren a los dérigos. ' "Bienaventurado- dice el Santo- es el siervo de Dios, que deposita su confianza en los cléirigos que vi– ven con reotitud, según la forma de la Sant,a Romana Igiiesia. Y, ¡ ay de aquellos que los desprecian!, po¡,que aunque sean pecadores, nadie los debe juzgar, porque el Señor se reserva el juzgarlos por sí mismo. Por esto, cuanto es más excelente que todos el oficio o cargo que tienen del Santíisimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Se– ñor Jesucristo, que ellos reciben y ellos sóilos adminis– trnn. a los otros, tanto los que fos ofenden cometen ma– yor fal,ta que si se enojaran a todos los hombres deI mundo." Bien se ve por estas pa1lahras el singular apre– cio en que tenía a los ministros del Señor. Ese aprecio y venernción le llevaba a saber discernir entre el hom– bre, qllie de sí no tiene otra cosa que misenia, y el mi– nistro de Dios, ungido parn consagrar el Cuerpo y la Sangre de Jesús y administrar,los a los demás. Como San Francis,co, miremos siempre en el sacerdote la san– tidad del carácter, y no nos fijemos en las miserias de la persona ( 1). (l) Wadding: Amonestaci6n 25.-Quaracchi: Opúsculos.

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