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-44- indicó, y halló el tesoro, y fabricó el convento ( 1). 33. Dios no abandona a los suyos. El Papa Honorio III aconsejaba al pobrecito de Asís que reoibíiese posesiones y herenoias .a fin de que se viesen los religiosos ,d;e la nadetlte Orden libres de mu– chas miserias y penurias consiguientes a la pobreza. A lo cual, cortésmente, contestó el Santo: "Confío en el Señor Jesús, que, así como nos prometió en el delo la vida y gloria sempHerna, así también no dejará de .dar– nos en ,]a tierra Ja,s cosais pequeñas, que son totalmente necesarfas ,para el sustento .y vestido del cuerpo." Era tal la fe y confianza del Santo en la divina Providencia, que ail fin el Sumo Pontífioe accedió a los deseos de Francisco. D.esde aquella fecha la Orden Franciscana Nene todos sus tesows en el cielo, y Dios misericordio– so rec•ompensa abundantemente la fe y confianza de Francisco (2). 34-. Se ha de confiar ,en Dios y no en los hombres. Eran los úJ.timos dí.as de San Francisco, y deseando que su. vida feneciese en su amada Porciúncula, el Mi– nistro Geneml dispuso su traslado desde Celle a Asís. Cerca de los b3;ños de Nocera, donde hoy se levanta el convento del Eremita, se unió a Francisco y a la comi– tiva que el acompañaba, mucha kopa de hombres arma– dos, env 1 iados desde Asís para protegerle en lo res,tante del viaje contra los P,er,usinos, que querían apoderarse del ,Santo varón, convertido en reliquia antes de haber perdido la vida. En la a;Jdea de Sartiano, sita al pie de Sasso Rosso, hizo alto la comitiva. Los soldados se fueron a las casas ele la aldea a comprar algo de comer, mas nadie quiso (1) E:ste suceso está tomado de un manuscrito original auténtico, que antes de 1835 se conservaba en la Abadía de San Martín de Com• postela. Además, se hacía mención de dos antiquísimas inscripciones: una sobre el sepulcro de Cotolai y su mujer Maria Ricos, y otra, sobre la puerta del convento.-Chalipe: lib. II, cap. XXVI. (2) Wadding; Obas de San Francisca, lib. III.

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