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- 41 - todas aquellas sumas, dtóle ante el tribunal civil. Fran– cisco negóse a prestar obediencia a los magistrados di– ciendo a los alguaciles que le citaron a juicio: "que' por la ~rada de Dios había llegado a ser hombre libre,. exento de comparecer ante los cónsules, porque sólo era siervo del Altísimo". Habiéndose, con tal respuesta,. inhibido los cónsuiles en aquel litigio, Pedro Bernardone no quiso r,enunciar a la persecudón judiciail comenzada, y fué con su querella al Obispo de Asís, el cual, po– niendo mano en el asunto, citó para una misma fecha al padre y al hijo. Puestos ambos en su presencia, dijo el Obispo a Frandsco: "Si es tu propósito consagrarte al servkio de Dios, restituy,e a tu padre los tesoros, que acaso ha adquirido de manera iilícita, y no pueden, por tanto, emplearse en bien de la Ig,l1esia." Al requerimiento del Obispo, contestó Francisco: "Señor, no sólo quiero devolvede su dinero, sino sus trajes." Al punto, sin qu~ nadie pudiera conocer su int.enoión, s,e retiró a un cuarto inmediato a Ja sala del juicio, saHendo vestido sólo con una foja de cerda en torno de la cintura y con la ropa en las manos. Cuantos se hallaban presentes se estre– meci,ernn, e involutadarnente se pusieron áe pie. Fran– cisco, puesto enfrente de su padre y dirigiéndose a fo.– dos los p11esentes, dijo: "Oid todos lo que voy a decir. Hasta ahora, llamé padre a Pedro Bernardone, mas en este momento le entrego todo el dinero y todos los ves– tidos que de é,I tenía, de modo que, en adelante, .ya nun– ca más volveré a decir padre a Pedro Bernandorne, sino Padre Nuesfro que estás en los cielos." Pedro Bernar– done, sin inmutarsie, tomó la ropa y el dinero, y salió de la sa,1:a Heno de ira, pero sin decir palabra. Enter– neciido el Obispo, cubrió con los pliegues de su capa a 1 l desnudo marncebo, hasta que le trajeron una capa vieja de uno de s,us fami,liares. Con ella se hizo un hábito, sobr:e el cual dibujó una cruz con un poco de yeso, dan-

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