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CAPiTULO V San Francisco y la fe y esperanza en Dios 28. Luz misteriosa. Era tal la fe del Santo, que en los mayores peligros Je hacía intrépido y constante. Su confianza en el Señor era ilimitada. En efecto, caminando con fray León, les sorprendió la noche entre .Ja Lombardía y la Marca Tre– visana, en un camino que por un lado tenía el río Po y por el otro había grandes lagunas. Fray León, lleno de pavor y miedo, exclamó: Padre, pedid al Señor nos saque con felliicidad de este pel'igro en que nos hallamos. El Santo, lleno de fe, le respondió: "Dios puede, si fue:– se su santa voluntad, proveernos de luz, para disipar las tinieblas de la noche." Apenas pronunciara estas palabras, viéronse rodeados de una luz resplandeciente, con la cual, no solamente veían el camino, sino también los muchos peUgros que había por aquellos parajes. Esta luz les acompañó hasta llegar a su destino. Agra– decido el Santo a este favor del de,lo, fundó en aquellos lugares un convento, que tituló del Santo Fuego ( 1). 29. Ilimitada confianza en Dios. Corría el año 1206, y el Santo frisaba los veintico de. su edad. Se hallaba en los comienzos de su conver– sión. Embriaguez espir.itual, llama San Buenaventura eJ caso que vamos a rderir: Pedro Bernardone, afrentado por la conducta obser– vada por su alocado hijo, y más molestado y escodente aún por la suma de dinero que había tomado de casa para reparar las iglesias derruídas, queriendo recuperar (1) San Buenaventura: Leyenda, cap. V.

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