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-36- de la Orden de las Señoras Pobres (Religiosas), allí fundó su primer noviciado, y allí celebró los Capítuilos más importantes de· su Orden. Después de sus apostó– licas excursiones, gustaba retirarse en Nuestra Señora de los Angeles, para aspirar de nuevo e,I aroma mariano. El afecto que pro-fesaba a la Santísima Virgen era tan tierno, que continuamente tenía en su boca el nombre de la Señora; y no hay empresa en la vida del pobrecillo de Asís, que no esté puesta bajo la protección de la Ma– dre de Dios. De aquí que sea proverhial en. la Orden Franciscana la devoción a d,a Augusta Madre de Dios (1 ). 23. Elogios y oraciones que el Santo dirigía a la Madre de Dios. "Dios. os salve, Señora, santa y reina sacratísima, María Madre de Dios, que eres perpetua Virgen, ele– gida por el Santísimo Padre del cielo, que os consagró con su santísimo y amado Hijo, y con el Espíritu Santo Consolador. En ti está y estuvo toda la plenitud de la grada y todo bien. Salve, palaoio de Dios; Dios os sal– ve, tabernáculo de Dios; Dios os salve, Madre de Dios, y Dios salve a vo~otras, santas virtudes, que por 1a gra– cia y lumbre del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los hombres para que de infieles los hagáis fíeles. Madre Santísima de Nuestro Señor J~sucristo, Esposa del Espíritu Santo, ruega por nosotros en com– pañía de San Miguel Arcangel y .de todas las virtudes celestiales, y de todos los santos, a tu Santísimo Hijo, Nuestro Señor y Maestro. Amén." ( 1). 24. Dulce confianza del Santo -en la Santísima Vir- gen María. · Era tal el amor que el Santo profesaba a la madre de Dios, que continuamente la invocaba, y a ella recurría lleno de la más ilimitada confianza, suplicándole sus gracias y favores. He aquí cómo se expresa ei Santo: (1) San Buenaventura: Leyenda, caps. II-IX,
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