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-34- en el corazón de San Francisco un cxoesivo ardor y la llama del amor de Dios, y su carne una .maravillosa imagen I y huella <lee la Pasión de Cristo. Porque, inme– diatamente, en las manos, y en los pies de San Francisco· comenzMon a mostrarse señales de los clavos, en la forma que los había visto en el cuerpo de Jesús Cruci– ficado, que s,e 1'e había aparecido ba_jo la especie de serafín, y así le quedaron Jas m1nos y los pies claiVados en el medio con clavos, cuyas cabezas aparecían fuera áe la carne en Jas palmas de las manos y en las plantas. de los pies, y las puntas salían por el dofls.o de una y otras, y parecían remachadas y · retorcidas. De iguar modo en el costado dere.oho Je apareció la imagen de: una hedda larga no cicatrizada, roja y sangrienta, la cual, muc,has. veces, derramaba la sangre del pecho de San Francisco, empapando la túnica y los paños me-– nores." Tal es la singularísima gracia que Dios dispen– só a su enamorado siervo Francisco, quedando desde este momento convertido en viva imagen· de Cristo Cru- cificado ·( 1). · (1) Florecillas, Consideración 3• - Celano: Vida Primera, núme:os 94 ·95. - San Buenaventura: Leyenda, cap. XIH, núm. 3. - :Analects: Francisc,ma, I, pág. 245.

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