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- 33 - para recibir pacientemente todo cuanto mi Señor quü;ra hacerme." Era el 14 de septiembre. Aún no apuntaba el día, cuando Francisco ya estába de rodillas, con el ros– tro hacia Oriente, con las manos levantadas y los bra– zos abiertos, esperando la salida del sol. Entre tanto el sol se disponía a bañar la tierra con sus primeros res-• plandores, Francisco oraba al Señor: "¡ Oh, Señor mío Jesucristo! Dos gracias te pido me concedas antes de que yo muera: la una, que en esta vida terrena sienta yo ,en el alma y en el cuerpo, en cuanto sea posible, aquel dolor que sufriste Tú, dulce Jesús, en la hora de tu crue– Hsima Pasión; y la otra, que sienta en mi corazón, hasta donde sea capaz, aquel excesivo amor en el cual Tú ,estabas encendido, HijQ de Dios, para soportar tanta ·pasión por nosotros pecadores." Comprendió Francisco que Dios le otorgaría la. gracia solicitada en cuanto es posible a la humana criatura, y alentado con esta esperanza, contemplaba devotísima– mente 'la Pasión de Cristo y su infinita caridad, y ta,nto crecía en él el devoto fervor, que se transformaba en Jesús por amor y compasión. Y estando así inflamán– dose en esta contemplación, en aquella misma mañana, vió venir del cielo un serafín con seis alas resplande– cientes e inflamadas, el cual se J,e acercaba con vuelo veloz, de modo que pudo ver y reconocer que llevaba la imagen de un crucificado, y sus a:las estaban en tal for– ma dispuestas, que dos se abrían sobre la cabeza, otras se tendían para volar, y las dos restantes cubrían el ,cuerpo. Viendo lo cual, San Francisco espantóse mucho y al propio tiempo se llenó de alegría, de dolor y de admiración. Tenía gra111dísima alegría al considerar el gracioso aspecto de Cristo, que se le aparecía tan fami– Harmente y le miraba con tanta ternma; pero, de otra parte, _vié111dolo clavado en la cruz, tenía desmedido do– lor y compasión... Al desaparecer aquella visión ~dmira:. bl 1 e, después de algún tiempo de seci-eto coloquio, dejó Fisonomía y espíritu...-3