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- 245 - ,Continuando su viaje, a:cus-ábars:e ante sus compañeros de la negliigenrcia y · d:es,cuido de no haber predicado antes a las avecillas, cuanrdo ellas habían esrrnchado con tanta. r,ev,erenda fa · palahra die Dios. Desde aquel día reso1Jvió exrhortar con todo fervor a las aves, a los cua– drúpedos, a los reptilles, en una :paOarbra, a toda,s las criaturas irradonales, a la alabanza y reconodmiento del Criador (1). . . 260; Cesan las golondrinas de cantar miientras el Santo reza eil oficio diviino. . Acompañado de un. religioso, rpasa:ba el Santo por la,s. laigunas de Venercia, donde encontró una gran mul– titud de golondrinas, que esfaban :paradas y cantando soh1~e unos anbustos; y apenas las vió, dijo a su com– pañero: "Las hermana,s avecillas alaban a su Criador; vayamos, pues, nosotros en. medio de ellas, recemos las horas canónicas, alabemos all Señor". Habiendo entra– do· en medio de fas aves, é!Sfas no dieron muestras de tur:ba:ción alliguna, antes bien ;permanecieron en el mis– mo lugar; mas como a causa del ruido que producían con sí..ts .cantos no podían oírse uno a otro, .en ITa recita– ción del ofido divino, voJ:vióse. el Santo a las aves, y les dijo con inefable expresión de dulzura: "Hermanas · avecilla,s, cesad en vuestro canto hasta que hayamos concluído de tributar a tDios 1Jas alabanzas que le son debidas". Oído este mandato, ali momento callaron aque– llos alados. cantores, y permart•ederon en silenrcio ihasta que, concluídas las ihoiras canónicas y fas divinas ala– banzas, recibieron licencia de1 Santo ,para continuar sus armoniosos cantos; y apenas recibieron este permiso, volvieron gozosas otra vez a sus acostumbrados trinos y gorjeos (2). 261. Manda a las golondrinais que callen mientras, él predica. (1) San Buenaventura: Leyenda., cap. VIH, núnr. 9. (2) San Buenaventura: Leyend,a, cap, VIII, núm. 9.

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