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- 244 _;_ que visitaba a!l Santo, .fo pidió a los rell1igiosos, no para comerlo, sino pc1ra aUmentarl.e en obsequio de San Fran– cisco. Pero aípenas el ¡pájaro ·se vió separado .de:l sier.vo de Dios, como si le hubiesen hecho. un gran agrav,io, no quiso ¡probar alimento alguno. Admirado el médico, lo volvió en seguida, refiriendo lo sucedido. Así que se ,Je dejó en el suelo, .el faisán miró al Santo, y, olvidando su tristeza, comenzó a comer ailegreimente (1). 259. El· Santo predica a los pájaros. Al llegar el Santo cerca de Bevaña, notó que en cier– to paraje había muchos pájaros reunidos, y corno era hombre de fervor extraordinario y sentía afecto entra– ñable y natural compasión hada !las criaturas irracio– nales, con visible aliegría conió hacia ellos, dejando atrás en el! camino a 1los compañeros; Como llegara jun– to. a ellos y notara que le aguardaban sin temor alguno, los saludó con su frase acostumbrada, y Heno de gozo inefable rogóles con toda .ternura que escu:charan la palwbra de Dios. Entre las varias cosas que les dijo, son nota:b!les es,tas pallabrns: ('Ayes hermanita,s mías, mucho, debéis agradecer y alabar a vuestro Criador y amarle para siempre, porque .os dió plumaje para cu– briros, alas ,con que volar y todo lo que os ha sido ne– cesario. Dios os ha distinguido sobremanera entre sus crfaturas, seña·lándoos por habitadón Ja pureza y trans– parencia del aire; porque no sembrando ni recogiendo vosotras, El os gobierna y os provee de todo sin .que hayáis de sufrir inquietud aílguna'\ Mientrns .Jes decía estas y otras palabras semejantes, todos los ¡pájaros es– taban quietos, vueltos hacia él, estirando sus cuelleci– tos, abriendo sus boquitas y mirándole fijamente. Mien– tras les predkaiba paseáhase por medio de ellos yendo y viniendo, y ,con su hábito ,cubriendo sus cabecitas y cuerpecitos. Finalmente, 1 les 1ben'dijo, y heaha la señal de 1la cruz, lles dió licencia para volar a otros parajes. (1) San Buenaventura: Leyenda, cap. VIII, núm. 10.