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- 2 43 - tar,se 1parn rezar el ofido, a,quél cuidaba -soilídto de des¡pertaJile con ,sus voces y con sus cantos. Lo cual. era sumament 1 e grato a11 s,iervo de Dios, ya que la constante solicitud que pa-ra con él tenía el. halcón le hacía s,a– cudir toda tentadón de pereza. Mas, cuando el Santo se agravaba ;por sus ,enfermedades, el halcón s-e mos– traba por demás atento y condesC'endiente, no desper– tándole a hora intempestiva de la noche. Por el con– trario, como si estuviese inSitruíido por eil mismo Dios, al ama:neicer ,prorrumpía en lleves y suaves sonidos, a semejanza de quien pulsa liibreimente una campana. Di– ríase que, tanto en fa alegría ,de toda aquella variedad de aves como en el canto del hakón, se perdbía cierto presagio divino, puesto que el cantor de las divinas aiJa– banzas y ell ferviente adorador del Altísimo, elevado en aJ!as <l:e la contemplación, hab~a de ser allí recreado con Una visión celes:tial ( 1). 258. El faisán cariñoso. Un caballero de Sena regaló al seráfoco Padre. un hermoso faisán. Lo aiceptó el Santo con singular alegría, 11'0 para comerllo, sino por la costumbre que .en tales caso,s -tenía de alegrarse por amor del Criador. Y así dijo ail ,pájaro: "Hermano faisán, a:Jabado s,ea siempre nuestro Criador". Luego, ,dirigiéndos-e a 1]os religiosos, les dijo: "Probemos ahora si el hermano faisán quier-e vivir en nuestra compañía o si quiere mar1charse a fos Jugareis acostumbrados y más acomodados a su gusto". Entonces un religioso, ,por orden dEI! Santo, lo llevó a un viñedo bastant,e distante; mas ·el pájaro ,volvió a la celida deiJ Santo Patriarca. Este O'ridenó se le trasladase a un Jugar más apartado; pero el animal, con extraor– dinario vueilo, volvió a .la ,ceiJ.da del Santo. Entorne.es ésite dispuso se le cuidara con diligencia, hafaigándole y aca– riciándole con dul 1 ces palabras. Viendo eisto el médico (1) San Buenaventura: Leyendm, cap. VIII, núm. 10.-Celano: Vida Segunda, Segunda parte, cap. XVIII, núm.· 168.

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