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- 232 - das v,oces, a,I fin contestó: "Yo creo que estas pailabras, tomadas ,en t01dia su ,extensión, quieren decir que el sier– vo de Dios debe ser, con la santidad y el buen otJ,or de su vida, una ,luz que arda y que ilumine, para que el espiendor de su ejemplo sea como una lengua que re– prenda a· los impíos, po:rque este es el medio· de _adver– tir.les y reprenderlles a todos; pues si lo practica de oitro modo y escandaliza al prójimo, no podrá evitar los cas– tigos de fa justicia divina". Oída esta resipuesta, no pudo menos de quedar admirado aquel varón erudito, y así, con aso,ní.bro, dijo a ,lo,s circunstantes: "En verda·d, Ia teOilOigía de este Santo Pa,dre, adquirida con las afas de I1a pureza y de la con.templadón, es más clara y pe– netrante que la vista del á,guila elevada sobre las nubes; y, en cambio, nuestra vana· ciencia se arrastra como un torpe an,imal sobre .Ja tierra". San Buenaventura dice a este pr0¡pósito: "Que el Santo, aunque no era muy di·estro y fá,cH en el hablar, sin embar,go, lleno como estaba de cientia ce/1,estial, resolvía las dudosas cuestio– nes y aclaraba .los conceptos más obscuros ( 1). 245. San Francisco conoce a Cristo pobre y cru– cificado. En cierta ocasión haillábase el Santo tan abrumado por sus enfermedades y sufrimientos, que un re:J,i,gioso suyo íJ:e dijo: "Padre, rué,g:0te te hagas leer algún pa– saje de los profetas, pues aca,so tu espíritu se alegrará en el Señor". A lo que repuso e!l 1 Santo: "Buena cosa es leer iJ.os testimonios de las Sagradas Es,cri'turas, bue– no es buscar en ellos a nuestro Señor Dios; mas yo ya he aprendido tanto de los mismos, qu,e tengo más que suficiente para meditar y discurrir. Ya no necesito más, hijo mío, conozco a Cristo pobre y crucificado, de tal manera, q,ue podría repe,tir muy bien ,las ,pailabras del Aipósta,l: "Con Cristo estoy cmcificado; por consiguien- (I) Celano: Vida Segunda, Segunda parte, cap. VUI, núin. 103; Le– yenda de los Tres Co¡npañeros, cap. LXXV.-San Buenaventura: Leyenda, capítulo XI, núm. 2.

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