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- 228 - sí cómo podrían hallar a.rlgún objeto que el Santo hu– biera siqui,era tocado con su mano. Después de muchos cabildeos y pesquisaJs, cayeron en la cuenta de que ha– bría tocado las, riendas del animal cuando sobre él mon– tara, y llenos de la más viva fe, quitaron de la boca del anfanail el freno con fas riendas y pusiéronlo sobre la enferma, con éxito tan maravilloso, que a.l instante <lió a luz sin peligro ni ddlor ailiguno ( 1). 240. ,El cordón milagroso. Gua.Jfredo, habitante en el ca,stillo de Pieve, pequeña pobilación si1tuada en e1l frondoso valle de Umbría, te– nía consigo un cordón con el cual se había ceñido por a!:gún tiempo el seráfico Padre. Sucedió que en aquel lugar enfermaron así hombres como mujeres de varios a1:aiques y fiebres. Entonces e'1 devoto Guafü.edo se de– dicó a visitar a los enfermos, y sumergiendo el cordón en agua, dábasela a beber a lo1s enfonmos, con tan buen resu 1 !1tado que todos secobraban all punto la salud. "Ni esto solo - dice San Buenaventura-, sino que gran núimero de enfermos veíanse Iibr,es de sus do.Jenda•s con sólo gustar un po:co de pan tocado por el bienav,entu– rado si,ervo -de Dios (2). 241. El baldado de Narni. En Narni yacía en su lecho, completamente paralíti- 1co, un ciudadano lla:maido Pedro-, e! cuaQi, po.r espacio de cinco, meses, estuvo de tal manera imposibi.Jitado, que le. era de todo punto imposiblle levantarse y aun moverse; y así perdido e'l uso de los pies, de las manos y aun ,de la cabeza, sólo podía m01Ver fa1. lengua y abrir .Jos ojos. Al enterarse de que el Santo había llegado a Narni, envió recado al obispo de la dudad para que, compadedéndose de él, por amor de Dios, se dignara envia,nle al siervo de Dios, pues confraba que por su (1) Celano: Vida; Primera, cap. XXII, núm. 63.-San .Buenaventura: Leyenda, cap. XIII, núm. 11. (2) Celanó: Vida Primera, cap. XXII, núm. 64.-San Buenaventura: Leyenda, cap. XII, núm. 11

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