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-227- por respeto a,l Santo, que había de comer con ellos. Du– rainte la comida procurnba eJl; Santo insinua1 1 les una san– ta alegría, sabiendo lo que el Señor quería hacer para consofar,les, y a 1 l fin de la comida fingió deseo de co– mer unas manzanas. Al ver su deseo, dijeiron que sentían mu,cho no pode,r satisface11le, por no tener,las; pero ei Santo, señafando la caja donde estaba el cuerpo del difunto niño, dijo: "Mirad allí dentro, que fas halbrá". Cuanto más porfiaban que am no haibía nada, más in– sistía el Santo en que s,e abriese ,l,a caja. Al fin, el cabaillero, por compl.acertle, fué a la caja con intención de quitar el objeto de su dolor; pero ¡ oh, maravilla! abrió la ~aja y vió a su hijo vivo, riéndose y teniendo en caJda m:ano una manzana. Fuera de sí de a1Iegría, eil padre le tom6 en sus brazos y se lo llevó al Santo ( 1). 239. La,s riendas prodigiosas. En el Condado de Arezzo, hubo. cierta muj,er cuyo alumbramiento, difícil por su gran debi:l!idad, la venía molestando, hacía muchos, días, hasta e.J puntó ele po– nerlla próxima a la muerte, sin que hubiera para. la ,pa– ciente otro remedio que el de Dios. En tal coyuntura supieron 1 los vecino 1 s y conocidos que el Santo debía atraivesar Ita pob!ladón a su paso para un retiro no muy di:stanrbe. Esperáronle mu,cho tieimpo, pero acaeció que se dirigió a aique1 punto por otro camino, pues .iha· mon– tado ;por hallarse sum.amente delicado. Al llegar a 1 J, ,punto propuesto, dispuso el! Santo que un religioso llaimado Fray Pedro devoJviese la caibaHería a su dueño, que sóilo por caridad se fa había p11estado. F,ray Pedro, a su vueijlta pas6 por el camino que conducía al lugar donde se hallaba la mujer enfe11ma. Al divisar,le corrie– ron prestfrosos los vecinos a reieirbirle, creyendo que era eil bienaventurado Padre Francisco; mas experimenta– ron gran contraitiemrpo y aflioción a1l reconoicer que no .. era. No se desanimaron por ello, sino que tratarnn ,entre (1) Chalipe: Vida de San· Francisco, lib. VI, cap; XI.