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-224- chacho, sin embargo, con una fuerza superior a la hu– mana, arrojó el tizón y fué a parar a más de una milla de distancia, cayendo sobire una colina, que pertenecía al mismo cabaillero, e incendió el bos1que que la cubría. Tal prodigio indicaba que arllí ,,.se había de fabricar el convento. En efecto, se edifkó e,J comrento sobre la ,peña, y era tan pequeño, que el oratorio, eT dormitorio y e,I refectorio, que subsisten aún en el mismo piso, it:odo junto no tiene más que treinta pasos de largo y seis de ancho. Es una reliqui,a preciosa de la santa pobreza, de la que tan enamorado vivió el Santo ( 1). 233. Los cabellos del Santo. En monte.:.Colombo el méd.ico que curaba 'los ojos al Santo había gastado mucho dinero en fabricar una casa, la cuail, apenas es·tuvo wcabada, cuando la pared maes– tra se abrió de arriba abajo, sin que se pudiese a,plicar remedio alguno. Pero teniendo gran confianza en fos méritos del Santo, ro:gó a sus compañews que le diesen alguna cosa que eiI; Santo hubiese tocado. Desipués de mucha,s instan.das, le dieron unos pocos cabrellos suros, y lleno de fe los metió en la rotura de la pared durante la noche, y a ,]a mañana siguiente, halló .Ja pared tan unida como si nunca hubiera existido tal rotura. Los buenos ofidos que había hecho a un cuenpo débN y con– S'L!mido - dice San Buenaventura-, impidieron la rui– na de la casa, que apenas había acabado de edifi,car (2). 234. Cura a un niño de un ojo. Hallándos,e el Sél'nto en Bolonia, obró en la dudad mrnohos prodigios, de entre los cuales vamos a citar el siguiente: Le presentaron un niño de una fami,lia notble, que tenía una mancha en el ojo, con eil cuél'l no veía nada, y para e!J· ma1l no se encontraba remedio. Eil Santo le hizo la s,eñail de la cruz ,desde l,a cabeza a los pies, con lo cua,J quedó perfectamente sano. Habiendo éste (1) Chalipe: Vida de San Francisco, lib. II, cap. XLIII. (2) San Buenaventura: Leyenda, cap. VII, núm. 11.

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