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- 217 - conforme a la predkción, porque haibiien:do oído el cura que su amigo resplandieda por una infinidad de mila– gros y que había sido canonizado poco antes, entró en la Orden ( 1 ). 224. Predice, hallándose en Damieta, la futura de– rrota de los cristianos. Cuando los ejércitos cristianos cer,caban a Damieta, halláibase allí el seráfico Padre, no provisto de armas, sino de una .gran fe. Llegado e4 día de dar la ba:talla, el Santo s·e puso muy tris,te y dijo a su compañero Fray Huminado: "Me ha reveilado el Señor que, si llegan a entrar en bataHa ,los ejércitos cristianos, llevarán la peor par,te. Si le,s aidvie11to de esto me tendrán por Joco, y si me. ,callo no podré evitar !los .re1110rdimierntos de mi conciencia. ¿ Qué te parece deberé hacer?" E,l compa– ñero respondió: "Henmano, poco te debe importar for– men los hombres ese juicio ,de ti, por,que hace ya tiempo que te tienen por necio. Descarga tu conciencia' y teme más a Dios que a los hombres". Oída la respuesita, se fué en seguida, a los cristianos a dar,Ies aviso de que no diesen la batalla, porque perderían. No quisieron éstos dar o.ídos al Santo, y sus ,palabras fueron teni– das por ilusiones. El día 19 de a:igosto se dió ]la batalla, y las tropas cristianas se vi,eron obligadas a emprender vergonzosa retirada, siendo para ellas la 'lucha no, un triunfo, sino una ,completa derrota. Con tan tremendo desasfr•e, quedó muy reiduddo e1 ejército cristiano, pues entr:e muertos, heridos y cautivos quedaron más de seis mil fuera de comba,te. Esta derrota, que era e,J cuimpli– mienito de !la profecía del Sa111to, dió a conocer clara– mente - dice San Buenav,entura - que no eran des– preciiables sus prudentes consejos, pues, según las pa,la– bras de la Sa:grada Escritura, el alma de un hombre (1) Chalipe: Vida de S. Francisco, lib. II, cap. XXXIV.
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