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- 207- bien, no quiso abandonar aquella tierra sin antes dar,le cuenta de su pa1°tida. Al vede ,el SuHán,. le dijo: ."fran– cisco, de buena gana me cornver,tiiría a la fe de Cristo; pero temo hwcerlo ahora, porque si mis súbditos Jo sa– bien, me matarán y también a ti. No quiero procurar tu muerte y .Ja mía, pero enséñame Jo que debo hacer par.a sailvarm•e, pues estoy dispuesto a hacer toido lo que tú me mandes". Entonces dijo el Santo: "Señor, yo me voy ahora de aquí, pero ouando haya llegado a mi país, 'f por la gracia de Dios vue:le a1 cielo, después de mi muerte, según le plaz1ca a Dios, te manda.ré a dos de mis religiosos, dt los ,cuales recibirás el santo bémtismo de Cristo, y seras salivo, s,egún El mismo me ha r,eve:lado. Y en este Uempo ptocura vivir santamente, para que cuando venga a ti la gracia de Dios te halle preparado a la fe y devoción". A~í prometió el Sultán haoerlo y asíJo cumplió. . Después de algunos años murió el Santo, y habiendo también enfermado el SUiltán, esperaba se cumpliese. la. promesa de San Francisco. En. aquel tiempo apareció el Santo a ,dos religiosos, ma,ndárncl:o:les que, sin pérdida de ,tiempo, fues·en en bus,ca de:] Sultán, y procurasen su sa:Ivación. Al presentarse los dos religiosos ante ellSul– tán, exdamó éste: "Ahora comprendo que Dios me ha enviado estos siervos suyos para mi sailrnd, según lapro– mesa que San Francisco, por revelación .divina, me dejó hecha". I-nsitruído ,en la fe de Je:sucrisi 0 0, recibió el Santo Bautismo, y así rege,nerado murió de aquella enfermedad y salvó su a:Ima por los méri.tos de San Francisco ( 1). 211. Una r,epulsa que dirige a Alejandro de Alés de- cide su vo-cación. ·· Era Alejandro de Alés un doctor de la Universidad de París. Un día un hermano limosnero de la Orden le dijo: "Ha1ce mucho tiempo que trabajas en el mundo~ , , "(1) Florecillas, Parte I, cap. XXIV.-San Buenaventura: Leyenda, ca• p!tulo IX, núm. 8.

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