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-- 1 99 - Aumentándose-dice Cefano-.Jos merecimien,tos en San Frands 1 co, crecía también su disico11dia con la ser– piente antigua. Porque cuanto más inusitados eran ;Jos carismas, más sumes eran las tenta:ciones y más tena– ces Jas luchas con que le acometía. Además, ocupado en los· grandes proyectos concernientes a la salud de las almas, permitió Dios, para impedir que na;ciese en su corazón algún sentimiento de comp1la;cen:cia y para conservarle en su profunda humHda1d, que le asailfase una tentadón violenta, que era una gran. pena de. es– píritu y una profunda melancolía, que le hada dis,gus– tafs:e de todo, hasta de la oradón., la cua1l duró por mucho üempo. Angustiábase por ella· y se sentía cer– cado. de dolores, por lo cual afUgfa y maceraba su. cuer– po, oraba y derramaba copiosas lágrimas. Un día, ha– Jláüdos.e orando en Santa María de los Angeles, oyó una voz en su espíritu, que le decía: "Frnncis 1 co, si tu fe fuiese como un grnno de mostaza, dirías a esta mon– taña que se alejara, y se alejaría." A ,Jo que corttesrtó el Sanito: "Señor, ¿,cuá,J es la montaña que podría yo tras.Ja;dar? R 1 espo111diól~ la voz: "La· montaña es tu ten– tación." Entonces, el Santo, con lúgdmas, repuso: "Há– gase en mí, Señor, según tu palabra." Ali instante des– aipareció la. tentación, gozando en seguida de íntima paz (1). · (1) Celano.: .Vida Segunda, Segunda parte, cap. X, núm. 115.-Marcos de Lisboa:. Cróllicas, lib. I, cap. LXXU. · .

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