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- 198 ::._ ti, y tú no lo consientes, sirve para tu torona, no para tu castigo. Cuantas veces te. sientas tentado, dirás por orden mía siete Padre nuestros;'' Maravillado quedó eI relligioso de fan singular penetración, experimenrtando gran placer por verse así consola!do, y a poco desaipa– reció ,Ja tentación. ¡ Ben!dito Padre, que sabe instruir y consolar al tentado! (1). .. · 201. Cómo vencía. el Santo las tentaciones. No ignoraba el. seráfico Patria11ca, tan práoticb en las cosas de esipíri:tu, que en la sdleida:d y en e1 silen– cio, es ,donde Dios. ha:bla con más frecuencia a1I corazón de sus siervos, según dice el profeta Oseas (1ca:p. II, vers. 14). "La llevar.é a la soledad y allí le hab!laré al corazón." Por esto el Santo anda1ba siempre en busca de lugares so'litarios, y durante la noche se retiraba a los bosques e igilesias abandonadas, para entregarse allí a la oración. En esas soledades sostuvo frecuenteé; luchas con los demonios, los cuales, atacándole de un modo s,ensible, se esforzaban por apartarle del ejerci– cio de la ornción. Mas él, fortalecido con el auxilio del cielo, cuanto eran más vehementes los asailtos del ene– migo, otro tanto aparecía más sólido en la virtud y más fervoroso en su oració,n, !diciendo, lleno de confianza a Cristo, aquello del Salmista: "Defiéncleme, Señor, bajo Ja sombra 1de tus alas, de la presencia de aquellos que me llenaron de af!ioción." Y dirigiéndose, después, a los demonios, les decía: "Espíritus malignos y per-' versos, atormentadme cuanto podáis, que nunca podréis más de aquello que os conceda la mano del Señor. Por tni parte, dispuesto estoy a sufrir con sumo gozo cuanto E·l qurera oonsentiros." Y fos demonios, no pudiendo soportar tan admirab,!e constancia, huí3'n llenos de fu– ror y rabia (2). 202. Enséñale Dios a v,encer la tentación. (1) Celano: Vida Segunda, Segunda parte, cap. X, núm. 124. (2) Sa11 Buenaventura: Leyenda, cap. X, núm. 1.

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