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- 1 95 - gi'dos por Dios aqueil a quien no reconociese por suyo e,J Santo. Con lo cuaI deseaba ardientemente caip,tarse la benevtY!enda y amistad del Santo. Mas, por otra parte, temía que e,! Santo hallara en su .a,lma algún pe– queño defedo, desconocido ,para é'l, y, en vez de gran– jearse su amistaid, sirvi,era sino para apartarle más y más. Pesaroso por este temor y afligido interior y gra– vem.ente, a nadi-e se atr,evía ,comuní,car su pensamien– to, cuando un día, turbado como de costumfüe, acer– cóse .a la celda donde el Santo oraba. Teniendo Fran– cisco ,conodmiento de ,la presencia 1de a,que'l reHgioso y de ¡la turbación que 'le afligía, salió de la celda y le llamó amorosamente, diciéndole: "No tengas ningún temor, hijo mío; en adelante no te turbe tentación al– guna, porque me eres muy amado, y entre mis más apreciados, te profeso especia 1 1 amor. Ven a mí cuando te pfaz,ca, y libremente, según tu voluntad, retírate." Queidó maravillado ·e:! religioso y satisfecho. con fas .pa– fa:bras del! Santo, y, en adelante, seguro del afecto de.! Padre, no sólo se enfervorizó más y más en su amor, sino que, por la gracia del Espíritu Sai111to, llegó a .a·l– canzar dones y favores muy singulares. O.tras muchísimos he.chas podríamos ,presentar, que omitimos, por juzgar bastan los indicados para probar que e] seráfico Pa,dre estaba dotado de la gracia de penetrar e,! secreto de los corazones ( 1). (1) Celano: Vid,a Segunda, ,Segunda parte, cap. I, núm. 44.-San Bue– naventura: Leyenda, cap. IX, 11úm. 9.-Wadi:ling: Obras de San Francisco, Coloquio XX. •