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- 187-,-- Con p'lañidera voz, dirigiéndose a sus compañeros, díjo.l'es el Santo: "Muchos malles han causado 'los ciu– dadanos de Perusa a sus vecinos, ,pero se han ensober– beciido para su mayor ignominia; por ·esto 'Se aJcerca 1a venganza de Dios y su mano empuña la espada." Pocos días de&pués fuese a Perusa y comenzó a predicar aiI pueblo allí reunido; mas como los soJdados continuaban en sus carreras de caballos, y entreteniéndose en juegos mHitar,es irnpird'iesen oír. la palabrq de Dio,s, dotl.iósie el Sanito, y, vmJlfo a ellos, les increpó dkiendo: "¡ Ruin indignidad de los hombres miserables, que no consi– deran ni ,temen los juidos de Dios! Esicuichaid, pues, las cosas que erl Señor os anuncia por medio de este pobre– cillo. El Señor os ha exaltaJdo sobre cuantos os· rüdean, por lo c,ua:J debíais mositraros más condes.cendientes con vuestros vecinos y má1s a,gradeieidos a Dios; pero, in– gratos a tantos favores, aicometéis a vuestros hermanos, los maJtáis y !devastáis sus propiedades. Yo os digo que no quedará esito impune, y para mayor cas1tigo, permitirá Dios se levante eil uno contra el otro en mu– tua sedición. La guerra os enseñará lo que no habéis querido aprender con la paz." Pasados no muchos días, tuvo J;ugar entre ellos una. disputa, empuñaron las ar– mas contra sus, hermanos, el pueblo se amotinó contra los soldados y los nobles acometieron contra fos ple– beyos. En una palabra, lucharon en1tre sí con fiereza y mortaJndad tanta, ,que llegaron a compaidecerse 1os mismos vecinos a quienes habían vejado. Así se cum:. plió lo quie el Santo anundó ( 1). 188. Recomienda la paz a los religiosos. Donde aparece erl espíritu de paz que caracteriza a nuestro Sanlto Pafria11ca es en fas Regila.s primera y s,eg:u.nda y en su Testamento: Decía en el capítulo XIV de la primera Regla: "Y en cuail,quier casa que entraren primeramente digan: Paz sea en esta casa. Y r,eposen (l) Celano: Vida Segunda', Segunda parte, cap. I, núm. 37,

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