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- 183 - otros., es,cribe, ,pues, que éste es e1 motivo de una ver– dadera a'legría. "Suponig~mos, finalmente, quie, reducidos al exfremo, e'l frío, el hambre, la noche, nos obligan a instar con lágrimas y .gritos para .entrar en eil conv,ento, y que eil portero, fuera de sí y enojado, sa:lieise con un nudo– so garrote, nos wgiese de la caipuicha, arrojase sobre la nieve y 1ws diese tantos golpes que nos dejas,e llenos de heridas; si nosotros sufrimos fodos estos males con júbilo, considerando que debemos partidpar de los tor– mentos 1d 1 e nuestro bentdito Señor Jesucristo, escribe; pues, y nota con cliHgenda, que en esto está l,a per– foata a1le,gría. "Ahora oye, en ,conclusión. Ent!ie todos los dones del Espíritu ,Santo que Jesucristo ha concedido y conce– derá a sus siervos, el más consideraibile es vierncerse a sí mismo y sufrir con gu 1 sto, por amor de Dios, 0tprobios y dolor~s para corresponder al amor que nos tiene. Entre l,os dones miiagrosos que he notado poco antes, no hay cosa de que podamos gforiarnos, porque no tenemos en ello parte ailguna, sino todo es de Dios; noso,tro,s no ha,c:emos más que redbir lo que nos da, y, como dke San Pabilo: Si tú los has recibido, ¿por qué be glorias . de ellos como si no los hubieras reci– bido?" (1). (1) Floreéillas: Primera parte, cap. VI,I.

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