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- 180 - Arrobaldo su. espíritu en Dios, gozó tanta dulzura e'1 Santo, que creyó hallarse ya en el cielo. Por 4a maña!lla llamó al re'ligioso, y después de referiir,le cuanto había acontecido, añadió: "E'l Señor, que ,consuela a los afli– gi>d:os, nunca me dejó sin consuelo. He aquí que no pude escuchar la cítara tañida por hombres, y me ha siido datdo oír otra sobremanera más suav;e". Si el seráfico Paidre deseó oír los sonidos de ailgún instrumento, no fué por sensua,Ji.dad, sino para ailaiba:r a Ddos y alegrarse en el Señor, según aquello del Sabio, que la música alegra el corazón. Deseó la música para que no se abatiese su espíri,tu por la vioilenda del ,do– lor, aunque se privas·e de ella para mayor mortificación suya. Va,rón todo· esipiritual, deseaba la múska para pr.ese1;var su espíritu del abatimiento y hacerse más capaz ele las operndones interiores y unirse más fádl y más íntimamente con Dios ( 1). 182. Aconseja alegrarse espiritualmente en el Señor. "Hermanos carísimos - dice el Santo-, teneid siem– pre fa santa alegría del Señor exterfor e interiormente. Porque si el siervo de Dios procura adquirir y conser– var la ,a,legría espiritua1l, que proviene de la limpieza de'! corazón y la aidquiere por el fer.vor en fa oración, to:s demonios no pueden empecerlle ni dañarle en nada y se a•lejan, dkiendo: Desde que el siervo de Dios tiene a 1 legría en la tribufación y en .la prosperidad, no pode– mos haUar entrada por donde conquistarlo ni hacerfle algún daño. Por el contrario, se huel,gan mucho Íos de– monios cuando pueden apagar 'la devoción y la alegría que se !deriva de la fervorosa oradón y de las otras obrns buenas y virtuosas, o se gozan, cuando menos, de estorbarla de a1lgún modo. Y si el diarbllo puede tna– bar ail siervo de Dios en algo, si éste no fuera sabio y so1fcito én borrar y destruir aqu~llo cuanto más presto (1) Vida Segunda, Segunda parte, cap. XI, núm. 126; Fl,orecillas, Par– te II Consideración 2,•

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