BCCCAP00000000000000000000594

- 176- ima dice, que habiendo llegado San Frandsco a una perfección tan sublime que el cuerpo estaba sometido al esipíritu, y éste a Dios con un maravilloso con,oierto, sucedía por disposición de la divina Providencia que l,a,s criaturas í,nanimada,s, que obedecen a Dios, obedecían tamb!ién a su siervo, y no le hacían mal aiguno ( 1)'. 176. Premia Dios la paciencia del Santo. Rodeado el Santo de doilores por todas partes, fué cosa aidmirable - dke Celano - c0010 sus fuerzas permitían tolierados. Mas estas mismas angus.tia,s no la 1 s conocía con el nombre de penas, sino con e'1 de herma– nas. Una noche, en que ,se sentía más rendido que de ordinario por sus graves enfermeda,des y di,versas mo– lestias, comenzó a compadecerse de lo íntimo diel co– razón de sí propio. Mas para que aquel espíritu deci– dido ningún placer consintiera a la carne en lo más mínimo ni por un sólo instante, conservó e 1 1 escudo de la padenda orando a 1 l Señor. Estando en oración así atribulado, escuchó ;de Dios la promesa de vida eterna bajo esta comparación: "Si toda la moiJe de la Uerra y la máquiina del mundo Se convirtieran en oro de subi– dísimo precio, y por todo :lo que sufres te se diera en premio, juntamente, además de quedar libre de todo dolor, el tesoro de la .gloria eterna en cuya comparación na,da sería el predicho oro, ni tan sólo de tenerse en cuenta, ¿no te gozarás sufriendo con a'1egre ánimo 'lo que ail presente estás pa:deciendo? - Sí, me gozara - rep!licó el Santo - y en extremo. - Ailégrate, pues - dijo el Señor-, porque tu enf.ermeldad e,s prenda de la gloria, y por el mérito de fa padencia, espera confia– <lo y seguro la herenda de mi reino". ¡ Cuánta debió ser la satisfacción que experimenta,ría con tan hafaigUeña promesa! ¡Con cuánta resi-gnadón, con cuánto amor debió abrazar las molestias de su cuerpo! (2). (1) San Buenaventura: Leyenda,, cap. VI. (2) Celano: Vida Segunda, cap. XXV, núm. 212.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz